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Un Embajador de paz en un mundo tumultuoso (Yang Wei)

El pintor italiano Marco S. Mallamaci y su arte

Hace aproximadamente 700 años, un italiano llamado Marco Polo visitó China y narró sus viajes en  “Il Milione” llevando a Europa una visión del Extremo Oriente. Hoy, otro italiano de nombre Marco ha venido a China trayendo consigo unas obras de arte que representan el hermanamiento de la raza humana, y  nos muestran el mundo de la cultura tal como lo ve un europeo. No se cuál es la relación entre los dos Marco, pero sé con seguridad que ambos han sentido debilidad por China y han obrado para poder entrelazar sus destinos con esta tierra, dando origen a una historia de intercambios culturales digna de mención.

Tanto Italia como China poseen una larga historia. Siendo dos de las más antiguas civilizaciones emergentes del mundo, estos dos países han tenido relaciones comerciales y han intercambiado embajadores desde los tiempos de la dinastía Han, en la época del Imperio Romano, mostrando un reciproco interés. Tales intercambios están documentados en los libros chinos “El libro  de los Han Posteriores” y “ El libro de los Jin” como en muchas otras obras historicistas romanas.

Quizás es la antigüedad de los lazos entre estos dos países la que permite que se entrelacen profundas relaciones culturales en la época moderna. De hecho, casi todos los misioneros que llegaron a China hacia mediados de la dinastía Ming como San Francesco Saverio y Matteo Ricci, eran italianos. Su llegada a China no sólo trajo  religión sino también cultura, arte y el pensamiento científico occidental. De esta manera se establecieron las bases de una concepción moderna del estado, y la antigua cultura china resurgió global y gradualmente, dando luz verde a todo nuevo impulso cultural.

El artista Marco Mallamaci es diplomático de profesión y por eso puede ser comparado con otro italiano que hace mucho visitó China: Giuseppe Castiglione. Este eclesiástico enviado a China por los jesuitas italianos en 1715 con funciones de misionero de la cultura, también era pintor profesional.
Este último detalle les une, aunque la diferencia entre los dos es que Marco crea obras a través de su propia inspiración, mientras que Castiglione, que pintaba por encargo, tenía relación con la naturaleza religiosa de su misión.

Marco nació en Italia en 1948. En 1968 emigró a Canadá y ahí se licenció en Literatura en la universidad de Windsor. Desde 1980 hasta 1999 ha sido destinado a numerosos países entre los que se encuentran Bélgica, Etiopía, Reino Unido y Colombia. En 1999 vino a China y se estableció en Pekín, donde trabaja y estudia.

Gracias a éstas experiencias Marco ya no es simplemente un italiano, ya que  los amplios horizontes entre los que se ha movido le convierten en un ciudadano del mundo. Aunque represente a Italia, su visión es cosmopolita. Tengo la sensación de que la elección de Marco de ser artista representa el deseo de superar los límites impuestos por la lengua.
Mientras la riqueza de las lenguas del mundo se ha convertido en un obstáculo para la comunicación, la pintura -cuyo mensaje visual es directamente perceptible a través de los sentidos- es capaz de extender un puente comunicativo y perceptivo profundo, a través de la transmisión de imágenes.

Las pinturas de Marco no son muy copiosas. Desde su primera obra “América Latina: El General U$Ado” de 1984, ha pintado unos treinta cuadros. Ésto responde a que Marco es especialmente exigente consigo mismo. Para él la pintura no es un medio para exteriorizar sus sentimientos, sino un ejercicio extremamente racional en el que sus ideales culturales, comprensión de la existencia y preocupación por la realidad, se reflejan profundamente. A pesar de que sus obras no son muy numerosas, los temas abarcan un amplio espectro. Van desde el amor a la política, desde la filosofía a la religión. De este modo él utiliza el arte pictórico como medio para ilustrar la vida, no sólo con el objetivo de promover el intercambio cultural, sino también como un refugio espiritual durante su  viaje terrenal.

En la observación de las obras de Marco, no podemos dejar de quedarnos atónitos frente a su imaginación artística. Contraponiendo sentimientos místicos e intangibles al mundo físico, su lienzo no representa simplemente una imagen, sino un conjunto de capas con innumerables significados alegóricos. Sus métodos expresivos no ortodoxos, libres de convenciones, reglas y artificio académicos me han permitido apreciar profundamente su misteriosa creatividad. A pesar del amor de Marco por la fantasía y su representación, sus pinturas no son quimeras sino que están fuertemente ligadas a la realidad. Puesto que tal conexión con la realidad se encuentra encubierta por su estilo alusivo, para captarla es necesario abrirse a su misma imaginación artística.

En la definición de sus obras a menudo se hace referencia al estilo simbólico de Marco. Simbolismo significa que el sujeto de la obra  no es evidente, sino que se expresa  a través de la metáfora y la alusión. Hubo un tiempo en el que tal estilo era un signo típico del arte moderno que, liberado del yugo de los temas narrativos, había vuelto al campo de la estética. Marco no es artista de profesión y por esto no ha necesitado seguir las tendencias del mundo artístico: ha seguido fiel a sí mismo usando los estilos y métodos que le son más afines.

En las obras de Marco se puede notar la influencia de maestros como Picasso, Matisse y Modigliani. Sin embargo el Autor no se ha conformado con ello y ha sido capaz de absorber las habilidades abstractas de estos maestros y su maravillosa técnica simbolista para expresar de lleno la realidad contemporánea y sus percepciones personales.

A través de este tipo de síntesis abstracta el dolor se transforma en una especie de ímpetu expresivo, las problemáticas  se convierten en material artístico y proveen a Marco de un ánimo sereno y equilibrado que le permite  mirar más profundamente hacia el sufrimiento humano y los conflictos mundiales. Sus pinturas nos transmiten una idea de amor universal que también es expresado a través de su original firma: dos corazones entrelazados.

De su arte emana un constante sentido de preocupación y compasión por el caótico mundo que le rodea como por ejemplo en su obras “América Latina: El General U$Ado” y “Naturaleza Viva: Italia desnuda”, así como en las otras sobre la vitalidad.  Lo más interesante aquí es el simbolismo del que hace uso, que no encubre las problemáticas, sino revela maravillosamente sus relaciones subyacentes.
De manera parecida, en “América Latina: El General U$Ado” no se muestran directamente la sangre y la tiranía, sino que Marco se vale de la forma de América Latina para transformarla en un General que viste una gorra, mientras que el estrecho de Panamá toma forma de escopeta que apunta hacia la cabeza del General, haciendo así alusión al desequilibrio del poder político internacional. En la otra obra “Naturaleza Viva: Italia desnuda” la península italiana se asemeja al cuerpo de un mujer desnuda. La bandera de Italia, que la envuelve parcialmente, es una falda que va cayendo y representa alusivamente el reemplazo gradual y el expolio de la cultura antigua de este país.

En otra obra “Imperio Celeste: el Toro del Tercer Milenio”* tomando prestada la expresión china que significa “mercado en crecimiento” (literalmente ”Ciudad del Toro”) éste imagina el mapa de China como un toro que se levanta bruscamente representado en vivo y emblemático “rojo chino”, para simbolizar el desenfrenado desarrollo económico del país.

Las pinturas de Marco no sólo hacen referencia a la historia contemporánea sino que también ilustran su punto de vista trascendental liberado del yo. En una perspectiva de justicia humana  esto le permite difundir por el mundo un mensaje de paz y fraternidad.


 
El presente artículo, escrito por el crítico chino Yang Wei y publicado en Pekín en la revista “Arte Chino”, edición n.41 a 15 de octubre de 2005, ha sido traducido al español por la Dra. Flavia Cartoni.
 
* la pintura “Imperio Celeste: el Toro del Tercer Milenio” ha sido expuesta en la Segunda Bienal de Arte Internacional de Pekín.


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